Por Julio Yovera 

Cuando el poeta nació, el 16 de marzo de 1892, el Perú aún sufría las consecuencias de la guerra de rapiña que impuso la clase dominante chilena. Tacna y Arica permanecían en poder de Chile, y los sectores claves de la economía peruana eran acaparados por el capital inglés.  

La inestabilidad política, en distintos grados de intensidad, se expandía como ondas dolorosas en todo el territorio de nuestro país. Modernidad en los centros urbanos pero también atraso en las zonas rurales andinas y amazónicas principalmente. Progreso en un reducido sector pero abandono y miseria en los grandes conglomerados populares.

Sin embargo, a pesar de las desgracias y las frustraciones, la comunidad poética, cultural, política e ideológica del país y del mundo, celebra la fecha del nacimiento de un peruano que iluminó el planeta y trascendió en el tiempo. Como el mismo decía: “… cuando muera / de vida y no de tiempo”; los vallejianos han honrado su vida y su obra.

Vallejo por decisión y convicción se puso lejos y en el otro extremo de todo lo que era acomodo, ventajismo, conciliación. Es un poeta solidario y un hombre que amaba la libertad. Y por eso no ningún interés en asegurar un espacio en el “valle de lágrimas” donde él “jamás pidió que lo trajeran” y fue fortaleciendo su convicción de escritor absolutamente fiel a sus ideales.

Vallejo es inmenso porque, con la sensibilidad propia de los que captan la vida con la piel y miran la realidad con el alma, percibió que su pueblo ancestral tenía una riqueza cultural que el Perú oficial desdeñaba. Esa riqueza no estaba en el oro que enloqueció a los españoles y enloquece ahora al capital, sino en la grandeza de una etnia y de una cultura que ha sobrevivido a las pruebas más duras.

Con Vallejo el Perú andino empieza a tener voz. Vallejo rompe esquemas y modos de pensar y de sentir. Con Vallejo los pueblos adquieren voz propia. Vallejo es producto de una cultura ancestral solidaria y de un cristianismo basado en el amor y la justicia. La primera cualidad provenía de su pueblo y la segunda de su hogar. Los dos abuelos de Vallejo eran sacerdotes católicos venidos de España y al parecer con una visión evangélica fraterna y liberadora.

Después de un periodo más o menos largo de esfuerzos vinieron los primeros reconocimientos de personalidades como Haya de la Torre, Antenor Orrego, Mariátegui y del Maestro Manuel González Prada. Ninguno de ellos, representaba la crítica oficial, pero era la expresión de la tendencia auroral y renovadora. Cuando Vallejo publica, en 1919, Los Heraldos Negros, de aire modernista pero de ritmo interior nativista, sin prólogo y sin presentación, porque quien debía hacerlo, Abraham Valdelomar moriría en noviembre de aquel año. La obra era una creación motivada por la valoración a la cultura ancestral, por el palpitar de un sentimiento hondamente cristiano, por el amor a la familia, a la amada, por la angustia sobre el destino del hombre, de la naturaleza y las especies. Si bien es una obra modernista late en ella el alma de los pueblos ancestrales.

El nombre de Santiago de Chuco se hizo universal gracias a César Vallejo. Celebramos al poeta, que habiendo escrito en español, ha sido traducido a todos los idiomas de la tierra: inglés, portugués, chino, italiano, ruso, árabe, hindú, alemán, quechua, japonés, etc. Los sectores retrógrados y oscurantistas desconfiaban de Vallejo y en general desconfiaban (y desconfían) de la inteligencia. Vallejo, poeta rebelde, no pasaba desapercibido para las miradas grises de la caverna y de la policía.

Su oportunidad para apresar a Vallejo se les presentó en los meses previos a noviembre de 1920, cuando estando en Santiago de Chuco, a donde había llegado desde Lima a visitar a su madre, la muerta inmortal fallecida el 8 de agosto de 1918. Vallejo es apresado, 6 de noviembre, y recién liberado el 26 de febrero de 1921.

¿Quién lo apresó? El sistema, el orden existente. Estoy seguro que si Vallejo estuviera vivo sería ni más ni menos que acusado de terrorista, como suele hacerlo la caverna con los que tienen una opción de izquierda y socialista.

Antes de partir para Europa, destino que ya se había trazado porque quería salir de una atmósfera que sentía que lo ahogaba y porque la amenaza de la prisión pendía sobre él como una espada de Damocles, publica Trilce, en octubre de 1922, con un Prólogo de Antenor Orrego. Libro incomprendido, solo saludado por unos pocos, que entendieron que Trilce había roto la lógica y el espinazo de la poesía retórica. Hermosa obra la suya, muy a pesar del escepticismo de Luis Alberto Sánchez, “¿por qué habrá escrito Vallejo Trilce?, se preguntó extrañado. Hoy se reconoce que con Trilce se inicia la vanguardia de la literatura americana y el mundo de la cultura reconoce que es uno de los tres libros que, en 1922, aportaron a la literatura mundial, junto a El Ulisis, de Joyce, y Tierra Baldía, de Eliot.

Vallejo se fue a París. Por esa década el mundo estaba saliendo de los horrores de la guerra de saqueo entre las potencias y, a la vez, los trabajadores y los pueblos, soñaban en la tierra prometida. Vallejo, después de su primer viaje a la ex Unión Soviética, en 1929, renunció para siempre al APRA y se hizo militante comunista. Se afilió al Partido Socialista del Perú, que había fundado, en 1928, José Carlos Mariátegui.

Europa ha concluido la gran guerra y los pueblos del mundo levantan sus propuestas libertarias que repercuten en nuestros pueblos. Vallejo es uno de los que con mayor sentido de estudio mira todo cuando acontece. El mundo racional que predicaba el capitalismo se ha desmoronado con sus impulsos y sus ambiciones producen 10 millones de muertos, 20 millones de heridos y millones de dólares en gastos de armas de guerra.

Saludamos al poeta que se hizo universal porque la esencia de su obra fue el hombre, en su dolor pero también su goce; en su tristeza pero también en su alegría; en su pasado y su presente pero también en ese futuro, que avizoró espléndido aunque para ello tenía que luchar porque el futuro no es regalo del cielo sino construcción del hombre terrenal.

Apreciamos al poeta revolucionario, al poeta comunista (cuídate Vallejo del que oculta tu militancia), que a finales de 1928, se afilió al Partido que en el Perú acababa de fundar José Carlos Mariátegui, nuestro Amauta. Y después se afilió al Partido Comunista Francés. Y cuando es expulsado de este país, se va a España y se afilia al Partido Comunista Español. ¡Qué consecuencia tan ejemplar! ¡Qué manera de militancia la suya!

Celebramos al poeta revolucionario que habiendo nacido en un pueblo sencillo que cobijan los Andes peruanos, llegó a ser conocido en todas las latitudes del planeta. No hay país del mundo que lo ignore. En ese sentido tiene la talla de un Shakespeare, de un Cervantes, de un Dante. Y por eso, el reconocido crítico Tomas Merton lo llamó: “El más grande poeta universal, después de Dante”.

Asumió la dialéctica como método de interpretación de la realidad y como método de creación de una poética, de una narrativa y de un teatro explícitamente socialista. Lo que le generó el desprecio del sistema. Sin embargo, Vallejo, al igual que Mariátegui, fue convencido que la literatura y el arte en general no deben estar sujetos a cánones extra estéticos.

Vallejo puso su espíritu en su obra y que no dejó en modo alguno que su ser de arista y de escritor fuera una creación resultado de exceso individualista o del canon partidista. Por eso, obras como Paco Yunque y El Tungsteno reflejan, abiertamente las contradicciones de una sociedad polarizada, con clases sociales enfrentadas, pero estéticamente bien concebidas.

Vallejo no se queda en la descripción literaria del fenómeno creador. Trató de influir en el espíritu o en la conciencia del lector. Y, por eso, obras como Poemas Humanos y Poemas en Prosa, son fuentes y luces que ayudan a los hombres a guiarse en las tinieblas.

En 1936, España entra a una conflagración entre la vida y la muerte. La España feudal y aristócrata contra la España pueblo; la Monarquía contra la República, esta última de manera legítima había ganado las elecciones generales, pero como la horda de las clases dominantes entienden que el único orden que puede existir es el suyo, dan un golpe de estado. La solidaridad internacional se hace presente. Hitler y Mussolini con Franco contra los republicanos. Y los republicanos con el apoyo de los hombres honrados y los pueblos del mundo

El poeta se integró en cuerpo y alma a la lucha de los republicanos. Se poemas de España, aparta de mí este cáliz, se hacen proclamas y cuando ya no estuvo físicamente (la muerte lo había puesto en su mira), su poesía siguió recorriendo los campos de batalla. Era la voz de la humanidad hecha luz.

Vallejo, hoy, sigue hablando, sigue abrazando a los hombres.

Vallejo es voz - esperanza de los pueblos del mundo.

Vallejo –y lo hemos querido dejar para el final- es el poeta que en sus inicios se dedicó a la docencia. Estuvo en las casas de familias haciendo de maestro particular. Fue docente de instituciones educativas públicas en Lima y Trujillo. En el Colegio San Juan de la capital liberteña compuso poemas didácticos.

Y sabemos por Georgette que cuando estuvo en París fue docente en Círculos Obreros. Singular y destacado referente que tenemos los maestros en un colega como Vallejo que nos enseñó no solo el valor de la estética sino el valor de la ética, que a fin de cuentas, nos bifurca el camino entre los que son y los que aparentan ser. Así de simple.

Vallejo muere, el 16 de abril de 1938, antes de que España caiga. Se murió “en París, con aguacero”. Sobre su tumba los revolucionarios, los hombres honrados suelen depositar presentes. Y los traficantes de su nombre también.

Felizmente el poeta sabe quién es quién.