Reproducimos un interesante artículo de Alberto Moreno Rojas, Presidente de Patria Roja, sobre la importancia histórica del Partido Comunista.

Alberto Moreno Rojas

Próximos a celebrar el 83 aniversario del Partido Comunista, a partir de su fundación por José Carlos Mariátegui el 7 de octubre de 1928, entonces con el nombre de Partido Socialista del Perú, es indispensable valorar su importancia en el proceso político peruano y reafirmar su necesidad histórica como expresión emancipadora de la clase obrera y del pueblo peruano en su conjunto.

El Partido no surgió al azar ni fue respuesta a una inquietud momentánea. Mariátegui retornó de Europa, en 1923, con la clara voluntad de organizarlo como herramienta fundamental para la realización del socialismo. Si bien en su origen se denominó Partido Socialista del Perú, es suficiente remitirse a los “Principios programático del Partido Socialista” para percatarse de su filiación ideológica y de sus intenciones políticas.

Allí afirma que la “praxis del socialismo marxista en este período es la del marxismo-leninismo”, reconoce “el carácter internacional del movimiento revolucionario del proletariado” y define al Partido Socialista del Perú como “la vanguardia del proletariado, la fuerza política que asume la tarea de su orientación y dirección en la lucha por la realización de sus ideales de clase”. Conceptos suficientemente precisos que desmienten la intención de quienes desearían convertir al Amauta en una suerte de social demócrata de su tiempo.

En su conocida biografía de José Carlos Mariátegui, Guillermo Rouillon, cuya integridad intelectual fue valorada, entre otros, por Antonio Melis, como “lejano de las modas y del oficialismo y animado por una búsqueda apasionada de la verdad”, relata la estrecha relación del Amauta con el recién fundado Partido Comunista Italiano surgido de la Conferencia de Livorno con la participación prominente de Antonio Gramsci. También la conformación, en la ciudad de Génova, antes de su retorno a Perú, de la “primera célula comunista” con intervención de Mariátegui, Falcón, el cónsul peruano Machiavello y el médico chalaco Roe.

No por casualidad el Partido Comunista del Perú – Patria Roja se declara continuidad de este hecho histórico, de sus fundamentos ideológicos, teóricos y programáticos, reconociendo en el pensamiento y la praxis del Amauta uno de sus pilares ideológicos fundamentales.

PERMANENCIA EN EL TIEMPO

Durar, como es el caso del Partido Comunista, es señal clara de su necesidad histórica. 83 años de vida de una organización política, gran parte de ella en condiciones de persecución y clandestinidad, y siempre hostilizada por una derecha política y económica que ha hecho del anticomunismo una bandera constante, confirma la justeza de la decisión de su fundador, su visión y proyección.

Desde luego que la trayectoria del Partido no es rectilínea. No sólo por las condiciones cambiantes de la realidad peruana como del escenario internacional, sino también por errores propios, muchos de ellos graves. Desviaciones de derecha o de “izquierda”, sectarias o espontaneistas ajenas a la trayectoria marxista leninista, han estado presentes con consecuencias funestas para el país y para la causa de los trabajadores. El senderismo es la expresión extrema de tales deformaciones que ha dañado tremendamente la imagen y el prestigio del comunismo y el socialismo.

De otro lado, la escasa elaboración teórica posterior a la muerte del Amauta se explica por el peso que adquirieron en el pensamiento del Partido tanto el dogmatismo como el culto al movimiento espontáneo. Esta circunstancia no niega, sin embargo, la entrega y el esfuerzo de miles de comunistas que ofrendaron incluso sus vidas en aras de la causa revolucionaria. Si los logros alcanzados no encuentran correspondencia con ese despliegue de energía y disposición de lucha, sus causas hay que ubicarlas en esas deformaciones ideológicas y teóricas y sus consecuencias prácticas contra las cuales se alzó visionariamente el Amauta.

No obstante esas deficiencias, es notoria la huella dejada por el Partido en el ámbito social, político y cultural, a lo largo de los años. Figuras cumbres del pensamiento y la cultura, como Mariátegui o Vallejo, lo confirman. Las batallas por la democracia y contra dictaduras siniestras, por la independencia y la soberanía nacional, por los derechos de los trabajadores, y en general por las mejoras causas del pueblo peruano, han tenido en el Partido un animador y baluarte fundamental.

UN PARTIDO VIGENTE Y ACTUANTE

“Capitalismo o socialismo. Este es el problema de nuestro tiempo”, fue la conclusión de Mariátegui acerca de la batalla histórica que se libraba en el Perú de entonces. Transcurrido cerca de noventa años este sigue siendo el gran problema a resolver en el Perú del siglo XXI.

No hay más que estos dos caminos. El que conduce al capitalismo y el mismo desarrollo de éste puede tener transiciones, formas particulares, relaciones de dependencia, grados de modernidad con relación al viejo régimen feudal de cuyas entrañas procede, pero su esencia será siempre será la misma y se sustentará en la plusvalía y en la concentración de la riqueza en manos del capital. El neoliberalismo no es más que una variante del capitalismo donde el mercado lo es todo y el Estado nada, su expresión extremista y conservadora. El nacionalismo, hoy en el gobierno, tampoco sobrepasa los límites del capitalismo ni se propone sustituirlo por otro sistema. Su razón última es realizar el “Estado nación… con respeto irrestricto a los derechos humanos y las libertades fundamentales”, al mismo tiempo que atiende el tema social y una mejor redistribución de la riqueza. Si hoy se presenta para muchos como “radical”, se debe únicamente al contraste frente al “capitalismo salvaje” que simboliza el neoliberalismo, al grado extremo de entreguismo, corrupción e inequidad que caracterizó a los gobiernos de Fujimori, Toledo y García.

Si se observa con atención el panorama mundial, las contradicciones profundas que sacuden la sociedad contemporánea, cae de su peso la crisis de la civilización capitalista, incapaz de resolver los problemas de la humanidad y de la relación de ésta con el entorno ambiental. La crisis económica y financiera que sacude el mundo capitalista, con Estados Unidos como epicentro, sumada a la crisis ambiental, energética, alimentaria, ética, entre otras, nos coloca ante la necesidad de un nuevo paradigma que salve a la humanidad de los desastres que la amenazan.

Ese paradigma es el socialismo, que debe ser “creación heroica” de los pueblos.

Ese es el sentido y la razón de ser del Partido Comunista: la construcción de una sociedad libre de la explotación del hombre por el hombre, solidaria, con plenitud de la realización humana, en íntima relación con su medio ambiente. En el Manifiesto Comunista subrayó Marx: “todos los movimientos han sido hasta ahora realizados por minorías o en provecho de minorías. El movimiento proletario es un movimiento propio de la inmensa mayoría en provecho de la inmensa mayoría”.

El problema no está en el ideal a conquistar, justo, necesario e inevitable. Sino en la capacidad de construir la fuerza política y social competente para realizarla, de mostrarse a la altura de ese propósito inmenso pero factible.

Ese es el reto y, al mismo tiempo, el compromiso que nos congrega; la justificación histórica de un partido como el nuestro. Entonces se verá que las tareas de hoy, aún en su flexibilidad como la política del Nuevo Curso, son parte, medios que deben alimentar el gran río de la revolución social. Perder de vista tal perspectiva, o dejarse ganar por la lógica del sistema actual a cambio de ciertas migajas, equivale a renunciar al socialismo aun declarándose socialista.