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AYACUCHO EN LA HISTORIA

Publicado: 2015-12-11



Por Julio Yovera.

Este 9 de diciembre ha pasado desapercibido en la memoria del país y del pueblo. Ningún medio masivo de comunicación, ningún partido político o movimiento cultural, recordó la batalla que selló la independencia del Perú de la dominación española.

Una vez más, demostramos que frente al pasado tenemos memoria corta y frente al futuro padecemos de un leucoma que nos impide mirar hacia el mediano y largo plazo que se anuncia de manera brumosa pero cierta.

La batalla de Ayacucho se realizó el 9 de diciembre de 1824. De manera formal la independencia se proclamó el 28 de julio de 1821, pero España, como cualquier otro imperio, no renunció a sus dominios y hasta que no fueron derrotados en el campo de batalla, se negaban a admitir los hechos. No olvidemos que la corona española se aferró a su colonia hasta más allá de 1936 y tuvo que ser derrotada en el combate del 2 de mayo de 1866, para que aceptara que como imperio no iba más.

Los cronistas e historiadores de la batalla en la Pampa de la Quinua registran el sacrifico y la hazaña de los héroes, que convertidos en relámpagos, recorrían el escenario de la confrontación. Y, en efecto, esos seres fueron de aquellos que saben que si se asume el coraje que dan las causas justas, se abren las puertas de la inmortalidad

Así aconteció con los jefes guerreros: Antonio José de Sucre; Agustín Gamarra; Guillermo Miller, José María Córdova, José de La Mar, Jacinto Lara. Todos ellos conformaban la jefatura del Ejército Libertador de América del Sur.

Bien vale la pena hacer la siguiente reflexión: No era éste un ejército continental? Lo era, y es que para el sentido común de la burguesía criolla y emergente, la suerte del Perú era también la suerte de nuestro continente.

También nos merece reflexión lo que el poeta alemán y militante comunista (para escozor de la derecha) Bertolt Brehct decía en uno sus inmortales poemas ¿por qué no registra las historia los nombres de la gente sencilla que también hizo historia?

En esta batalla también estuvieron los Quispe, los Mamani, los Sulca, los Juan Mazorca, Los Pedro Papa. Nadie habla de ellos; pero que estuvieron en el frete de batalla, pues, estuvieron; matando y muriendo por una patria, por un país libre. Sueño que todavía no se alcanza.

Los dos proyectos emancipadores quedaron truncos: los de las poblaciones nativas que encarnó Tupac Amaru II y el proyecto de los sectores criollos revolucionarios. Los dos fueron hechos a un lado por una burguesía que quisiera que todos se vuelvan amnésicos y que solo se entretengan en una contienda donde las cofradías entreguistas compiten con ventaja.

No seamos hechuras de su vocación apátrida. Hagamos lo que debemos. Y en fechas como ésta, recordemos y honremos a todos los que en el campo de batalla lucharon y murieron por ideales superiores. Aquí queda sembrada en el alma esa frase -poesía hermosa - que Javier Heraud diría casi siglo y medio después:

“Porque mi patria es hermosa

corno una espada en el aire,

y más grande ahora y aun

más hermosa todavía,

yo hablo y la defiendo

con mi vida"


Escrito por

Julio Yovera.

Natural de Catacaos, Piura. Docente universitario en la especialidad de Literatura. Publica artículos políticos y culturales de interés.


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